domingo, 5 de noviembre de 2017

Notas de Elena | Justificados por la fe.

 
 
Dios será para nosotros todo lo que le permitamos ser. Nuestras oraciones lánguidas y sin entusiasmo no tendrán respuesta del cielo.

¡Oh, necesitamos insistir en nuestras peticiones! Pedid con fe, esperad con fe, recibid con fe, regocijaos con esperanza, porque todo aquel que pide, encuentra. Seamos fervientes. Busquemos a Dios de todo corazón.

La gente empeña el alma y pone fervor en todo lo que emprende en sus realizaciones temporales, hasta que sus esfuerzos son coronados por el éxito. Con intenso fervor, aprended el oficio de buscar las ricas bendiciones que Dios ha prometido, y con un esfuerzo perseverante y decidido tendréis su luz, y su verdad, y su rica gracia.

Clamad a Dios con sinceridad y alma anhelante. Luchad con los gentes celestiales hasta que obtengáis la victoria. Poned todo vuestro ser, nuestra alma, cuerpo y espíritu en las manos del Señor, y resolved que seréis sus instrumentos vivos y consagrados, movidos por su voluntad, controlados por su mente, e imbuidos por su Espíritu (Nuestra elevada vocación, p. 133).

 En esta vida debemos arrostrar pruebas de fuego y hacer sacrificios costosos, pero la paz de Cristo es la recompensa. Ha habido tan poca abnegación, tan poco sufrimiento por amor a Cristo, que la cruz queda casi completamente olvidada. Debemos participar de los sufrimientos de Cristo si queremos sentarnos en triunfo con el sobre su trono. Mientras elijamos la senda fácil de la complacencia propia y nos asuste la abnegación, nuestra fe no llegara nunca a ser firme, y no podremos conocer la paz de Jesús ni el gozo que proviene de una victoria consciente. Los más encumbrados de la hueste redimida que estarán vestidos de blanco delante del trono de Dios y del Cordero, habrán conocido el conflicto necesario para vencer, porque habrán pasado por la gran tribulación. Los que hayan cedido a las circunstancias en vez de empeñarse en este conflicto, no sabrán como subsistir en aquel día…

¡Ojala que tengamos fe viva y activa! La necesitaremos; debemos tenerla, o desmayaremos y caeremos en el día de la prueba. Las tinieblas que descansaran entonces sobre nuestra senda, no deben desalentarnos ni desesperarnos. Son el velo con que Dios cubre su gloria cuando viene a impartir ricas bendiciones. Por nuestra experiencia pasada, debemos saber esto (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 199, 200).

 La paciencia, cuando hay pruebas, evitara que digamos y hagamos aquellas cosas que herirán nuestras propias almas, y herirán a aquellos con quienes nos relacionamos. No importa cuántas sean vuestras pruebas, ninguna cosa podrá dañaros seriamente si ejercitáis la paciencia, si manifestó calma y serenidad cuando estáis en situaciones difíciles…

La paciencia debe realizar su obra perfecta, o no podremos ser perfectos y completos, sin que nada nos falte. Se nos han señalado dificultades y aflicciones, que nosotros debemos soportar pacientemente, ¿O bien amargaremos a todos con nuestras quejas? El oro se pone en el crisol para quemar la escoria. ¿No seremos nosotros pacientes bajo el ojo del refinador? Debemos rehusar hundirnos en un estado mental deprimido y desconsolado; debemos mostrar una tranquila confianza en Dios, experimentando gozo cuando se nos permite soportar las pruebas por Cristo (Nuestra elevada vocación, p. 72).
 
Notas de Elena | Domingo 5 de noviembre 2017 | Justificados por la fe | Escuela Sabática

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